Ayer recibí la triste noticia de la muerte de un viejo amigo. Era asturiano de nacimiento y gallego de adopción, pues aquí vivió prácticamente toda su vida. Compartimos bachillerato, adolescencia, juventud y universidad. Muchos buenos momentos de los tiempo del pelo largo. Vivencias, descubrimientos, gamberradas y juergas, muchas jergas. Era "el Mieres", y esta foto, asturiana, va por él.
Un saludo.
Hace justo ahora 35 años, en 1981, cuando eramos unos chavales y vivíamos en el mismo piso en Santiago, mi amigo se fue a otro sitio sin moverse de lugar. Algo terrible pasó dentro de su cabeza de un día para otro, y aquel amigo que teníamos desapareció para siempre. Fue sustituido por otra persona a la que nadie conocía. En un clic, ya no estaba.
Qué momentos más duros. Para su familia, para sus amigos. No es éste lugar para entrar en detalles.
Desde aquel entonces no soporto oír hablar de la supuesta visión idealizada, literaria, poética, artística, de la locura. Ya sé que ése es un término muy amplio y que no todas las situaciones son iguales, pero eso para mí es irrelevante. Sólo quien lo ha vivido en alguien próximo sabe lo que es.
Sé que es duro, pero ahora, mientras oigo "Mis pies pisan la roca, mi cabeza sobre nubes va flotando" de Hilario Camacho, una canción que le encantaba a aquel amigo que tuve y que cantamos juntos infinidad de veces, sé que él empezó a morirse hace 35 años.
D.E.P.
2 comentarios:
Solamente puedo recordar ya su sonrisa de amigo.
Eso mos dejó.
Lo mejor que tenía.
Se que mos veremos de nuevo h que bolveremos a reirnos juntos; como haciamos entonces.
Hasta entonces, lo echaremos de menos.
Porque era , esencialmente, por encima de cualquier licura, bueno.
Tiempos que no volverán.
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