13/9/17

Tarde norteña

Esta entrada tiene algo de especial, como explicaré enseguida. Algo que no había hecho nunca desde que se inició este blog, hace casi once años. Al grano:

Hoy en día, como todos sabemos, cualquier teléfono medianamente decente hace unas fotos muy aceptables, al menos para verlas en su pantalla de cuatro, cinco o más pulgadas. Esto es así si damos por supuesto que quien hace la foto no es un inútil. Pues bien: yo soy un inútil. Este hecho causa grandes chanzas entre mis amigos que conocen mi afición a la fotografía. Jamás, y digo jamás, he sido capaz de hacer una foto con el mencionado cacharro que fuese medianamente visible.

Pues bien, la foto que pongo a continuación ¡está hecha con mi teléfono! Sí, amigos: es la primera vez en mi vida que subo aquí una foto hecha con semejante artilugio. Evidentemente, lo sencillo no va conmigo, por lo que el asunto tiene truco. Pero vayamos por partes: primero pongo la foto, que tampoco tiene ningún valor artístico excepcional, y dejo para después las explicaciones técnicas para los dos o tres frikis a los que le interesen. La imagen está tomada en una tarde tormentosa desde la playa de San Lorenzo, en Gijón.


Un saludo a todos, y paso a la parte técnica del asunto:

Yo no sé si tu teléfono saca fotos como ésta de aquí arriba en su modo automático, que es el que utilizan todas las personas que conozco: aquí te pillo, aquí te mato. Si es así, no leas lo que sigue porque te parecerá una parida. Mi teléfono, desde luego, no las hace.

Desde hace ya bastantes meses tengo un  BQ Aquaris X5 Plus, un teléfono de gama media y económico que va bastante bien. La cámara principal tiene una resolución de unos 16 megapíxeles (desde mi punto de vista una salvajada para un sensor de 6,5 mm de diagonal) y permite la exposición manual de las fotografías. Según tengo entendido, esto es bastante común hoy en día, aunque nadie la haga el menor caso. La foto de arriba está expuesta manualmente, con los siguientes valores: f/2.0 (la apertura es fija, no se puede cambiar), 1/100 s, ISO 200. Por ahí empieza el asunto. Nunca me había tomado la molestia de utilizar el modo manual de la cámara.

Pero el quid de cuestión no es éste, sino que la cámara permite obtener ficheros en formato RAW. "¡Oh, no! ¡Otra vez este pesado con el formato RAW!", dirán algunos. ¡Oh, sí, muchachos! ¡Otra vez el formato RAW!, digo yo.

Tranquilos. No voy a dar de nuevo la vara aquí con las bondades técnicas de este formato, y menos aún teniendo en cuenta que es algo que no tiene relevancia alguna para el uso normal que se hace de estas cámaras: una instantánea, una foto de recuerdo, un par de miles de "selfies"... (sin palo, por favor ). Simplemente reafirmarme en mi continuo asombro ante la robustez de estos archivos frente a la edición de imagen. Afortunadamente llevo ya muchos años asombrándome y pretendo seguir haciéndolo unos cuantos años más, si las cosas vienen bien dadas.

 Así que, haciendo una machada, he seguido el siguiente flujo de trabajo ("workflow", que dicen en A Manchica, Ourense):
  • He escogido el disparo en JPEG+DNG del teléfono. El DNG es una especie de "contenedor" de formatos RAW, un tipo de archivo libre que distribuye Adobe, con ventajas e inconvenientes, pienso yo, frente a los RAW propietarios de las marcas.
  • Luego he tenido que pelearme un buen rato hasta conseguir pasar los DNG al ordenador. Sí, como lo oyes: ficheros con tamaño 0 KB y cosas por estilo... Por cierto, el asunto es serio: cada archivo pesa unos 32 MB frente a unos 5 o 10 kB de un JPG con un buen tamaño.
  • Después los he abierto en mi revelador y he intentado hacerme una idea de que es lo que pueden dar de sí. En mi opinión, no están mal para salir de donde salieron. Ni de lejos son comparables a los que obtengo con cualquiera de mis cámaras, pero no están mal: por pura física tienen más ruido, permiten recuperar menos en las altas luces, tienen el detalle más roto, etc. Pero ¡coño!, salieron de un cacharro que tengo siempre en el bolsillo.
  • Finalmente he optado por sacudirle a la imagen de arriba con bastante contundencia. He hecho un revelado bastante intenso, tirando del archivo para ver hasta dónde se podía llegar y, la verdad, me ha sorprendido el recorrido que permite en el revelado y en la posible edición posterior.
Pues nada, que al final tengo otra posible fuente de imágenes que habrá que explorar. Debo reconocer que todo este tinglado vino forzado por el hecho de que me olvidé de meter mi cámara en los bártulos en un viaje rápido que acabo de hacer a Gijón, pero eso me valió para ver que tengo una alternativa de emergencia para estas situaciones.

Hablo demasiado. Saludos.

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