Nos colocamos ligeramente a la izquierda, intentando pasar los más desapercibidos posible, por si las moscas. Más carreras con garrafas. Llega una moto por la mitad de la playa. Vuelve a marcharse. Aparece una patrullera de la policía nacional bordeando la playa, sin que los individuos que aún estaban en la lancha parezcan inquietarse. La patrullera continua viaje. Regresa la moto y vuelve a marcharse. Poco a poco la planeadora va quedando abandonada. Y así durante más de hora y media.
Finalmente nos enteramos que la planeadora, de unos catorce metros de eslora y utilizada en el frecuente tráfico de hachís que se produce en la zona (enfrente vemos la costa de África y por la noche se ven sin problema las luces de Tánger) se espetó la noche anterior en las rocas de la punta que se ve al fondo de la imagen, y tras ser convenientemente desmontada (en la foto se observa que no queda ni un reloj) acabó en mitad de la playa. Los individuos que vimos (no sé a que se dedican, pero no es habitual que alguien tenga treinta o cuarenta garrafas de veinte o treinta litros en su casa) vaciaron la gasolina que quedaba en el depósito y aquí paz y después gloria.
Esto es lo que tiene veranear en las costas de Cádiz. Saludos.
Edito: me olvidaba de decir que la imagen procede de un RAW tomado con mi teléfono ya que no llevaba la cámara encima. Para colmo de males la edición la hice en un portátil, cosa a la que no estoy acostumbrado y que odio profundamente. Así que, disculpas por la baja calidad.
Edito (2): Al final, la primera versión de la imagen que había puesto se metía conmigo, así que la he borrado y la sustituido por la que aparece ahora, que he editado en mi ordenador y con mi pantalla delante, viendo lo que hacía. No es que ahora sea una obra de arte, pero al menos puede verse sin sentir náuseas.
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